El Antiguo Testamento Enseña Que
Hay Un Sólo Dios
La expresión clásica de la doctrina de un solo Dios se halla en:
Deuteronomio 6:4. “Oye, Israel: El Señor nuestro Dios, El Señor uno es.”
Este versículo de las Escrituras ha venido a ser la declaración de fe más distintiva e importante para los judíos.
Ellos lo nombran el Shema, tras la primera palabra de la frase en el hebreo, y lo citan con frecuencia en el español como “Oye, Israel: el Señor nue stro Dios es el único Señor.”
Tradicionalmente, un judío devoto siempre intentaba hacer esta confesión de fe justo antes de morir.
En Deuteronomio 6:5, Dios siguió el anuncio del versículo anterior con un mandamiento que requiere una completa creencia en amor hacia El como el único y sólo Dios:
“Y amarás a El Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.”
Debemos notar la importancia que Dios pone en Deuteronomio 6:4-5. El manda que estos versículos sean colocados dentro del corazón:
Deuteronomio 6:6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
Enseñados a los niños todos los días:
Deuteronomio 6:7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes
Atados en la mano y en la frente:
Deuteronomio 6:8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos;
Y escritos en los postes y las puertas de las casas
Deuteronomio 6:9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Los judíos ortodoxos obedecen estos mandamientos hoy literalmente por atar tefillin (filacterias) en sus antebrazos izquierdos y en sus frentes cuando oran, y por colocar mezuzzah en sus puertas y portones.
(Tefillin son pequeñas cajitas amarradas al cuerpo con ataduras de cuero, y mezuzzah son contenedores en forma de rollo de pergamino).
Dentro de ambas clases de contenedor hay versículos de la Escritura escritos a mano por un hombre piadoso quien ha observado ciertos ritos de purificación.
Los versículos de Escritura generalmente son Deuteronomio 6:4-9, 11:18-21, Exodo 13:8-10, y 13:14-16.
Unos cristianos en un viaje a Jerusalén, de donde recopilamos la información mencionada arriba, intentaron comprar tefillin.
El mercante judío ortodoxo dijo que él no vendía tefillin a cristianos porque ellos no creen en ni tienen la reverencia apropiada hacia estos versículos de la Escritura. Cuando citaron Deuteronomio 6:4 y explicaron su completa adherencia a él, sus ojos brillaron de alegría y nos prometió venderlo sobre la condición de que trataríamos el tefillin con cuidado y respeto.
Su cuidado demuestra la gran reverencia y profundidad de creencia que tienen los judíos para el concepto de un solo Dios. También revela que una razón mayor por el rechazo por los judíos del cristianismo a través de la historia es la percibida distorsión del mensaje monoteístico.
Muchos otros versículos de la Escritura en el Antiguo Testamento afirman enfáticamente el monoteísmo estricto.
Los Diez Mandamientos empiezan con “No tendrás dioses ajenos delante de mí” (Exodo 20:3; Deuteronomio 5:7).
Dios enfatizó este mandamiento por declarar que “El es un Dios celoso” (Exodo 20:5).
En Deuteronomio 32:39, Dios dijo que “no hay ningún otro dios con El. No hay otro como el Señor y no hay Dios fuera de El” (II Samuel 7:22; I Crónicas 17:20).
“Sola mente El es Dios” (Salmo 86:10).
Hay las declaraciones enfáticas de Dios en Isaías. “Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí. Yo, yo El Señor, y fuera de mí no hay quien salve” (Isaías 43:10-11).
“Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios” (Isaías 44:6).
“No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno” (Isaías 44:8).
“Yo El Señor, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo” (Isaías 44:24).
“No hay más que yo; yo El Señor, y ninguno más que yo” (Isaías 45:6).
“No hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Isaías 45:21-22).
“Acordaos de las cosas pasadas desde los tiem pos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí” (Isaías 46:9).
“Mi honra no la daré a otro” (Isaías 48:11; Véase también Isaías 42:8).
“El Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra” (Isaías 37:16).
Hay solamente un Dios, quien es el Creador y Padre de toda la humanidad (Malaquías 2:10). ¿No nos ha creado un mismo Dios?
En el tiempo del Reino Milenial, habrá solamente un Señor con un nombre (Zacarías 14:9). Y El Señor será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre
Una observación común de algunos trinitarios acerca de la doctrina antiguo testamentaria de la unicidad de Dios es que solamente tenía la intención de enfatizar Su unicidad en contraste a las deidades paganas, pero que El todavía existía como una pluralidad.
Sin embargo, si este razonamiento fuera cierto, ¿por qué no lo hizo claro Dios? ¿Por qué no han entendido los judíos una teología de “personas,” sino que han insistido en un monoteísmo absoluto?
Mirémoslo del punto de vista de Dios. Supongamos que El sí quiso excluir cualquier creencia en una pluralidad en la Deidad. ¿Cómo podría hacerlo utilizando terminología ya existente? ¿Qué palabras fuertes podría usar para comunicar Su mensaje a Su pueblo?
Al pensarlo, nos daremos cuenta de que El usó el lenguaje más fuerte que se hallaba disponible para describir unicidad absoluta.
En los precedentes versículos de las Escrituras en Isaías, notamos el uso de palabras y frases como “ninguno, ninguno más, nada hay semejante a mí, no hay más que yo, solo, por mí mismo,” y “uno.”
Ciertamente, Dios no podría clarificar más que no existe absolutamente ninguna pluralidad en la Deidad. En breve, el Antiguo Testamento afirma que Dios es absolutamente uno en número.